viernes, 28 de octubre de 2011

EL ÁRBOL DE FRUTA

Antaño en mi país había una familia compuesta por dos hijos: Thu, el mayor, y Dong, el menor. Cuando los padres fallecieron, dejaron por toda herencia a sus hijos una casita, un árbol de fruta y un hacha. Thu, el mayor, se llevaba muy mal con sus vecinos y con su hermano. Un día echó de la casa a Dong, quien no poseía otra cosa que el hacha y el árbol.

Al principio Dong no tenía ni donde guarecerse de la lluvia, pero con la ayuda de los vecinos y con el hacha, se construyó una choza al pie del árbol. Dong trabajaba con tenacidad y cuidaba su arbolito. Pasados unos años, el árbol creció mucho y empezó a dar unas frutas grandes, dulces, de magnífico sabor. Las frutas atraían a los que pasaban cerca del árbol, y se las compraban a Dong.

Un día vino un águila volando, se posó en lo alto del árbol y comenzó a comerse las frutas. Dong la miró amargamente y le dijo:
-Si te comes mis frutas, ¿qué podré vender mañana para comprar mi comida? Este árbol es todo mi caudal.

El águila le habló a Dong:
-He comido tus frutas, pero la pagaré. Ve a tu casa y prepara un saco pequeño y te llevaré a buscar oro. Mañana volveré.
Y dicho esto, el águila desapareció en el cielo.
Al día siguiente, el águila volvió y se posó en el suelo junto al árbol. Dong subió a su espalda llevando el saco pequeño, y el águila emprendió el vuelo.
Pasaron por encima de valles y montañas, volaron un día entero por e mar, y al fin llegaron a una isla desierta cuya arenas estaban cubiertas de pepitas de oro. Tan pronto Dong recogió algunos trozos de oro y los metió en el saquito, le pidió al águila que lo llevara de regreso a su país. Gracias al oro, Dong pudo comprar algunas tierras y una casa.
Cuando Thu, sorprendido, supo que su hermano menor tenía una casa linda y buenas tierras, se llenó de codicia y decidió ir a visitarlo. Al oír de su hermano el relato de lo ocurrido, le propuso cambiarle todas sus propiedades por el árbol de fruta. Como Dong era de buen corazón, estuvo de acuerdo en cederle el árbol a su hermano.
Una vez en poder del árbol, Thu se pasó los días pacientemente sentado, esperando el regreso del águila. Por fin, una mañana, vio al águila le hizo la misma proporción que le había hecho a Dong. Pero Thu no buscó un saco pequeño, sino un gran saco, tres veces más grande que el de Dong.
Al día siguiente vino el águila a buscarlo; Thu y su esposa, con un gran saco, subieron sobre el águila. Después de volar noche y día llegaron a la isla desierta. Allí recogieron oro hasta entrada la noche, y no sólo llenaron el saco, sino escondieron trozos de oro entre sus ropas. Por fin se dispusieron a emprender el regreso.
Cuando iban volando sobre el mar, el águila se sintió muy cansada por el enorme peso que llevaba, sacudió las alas e inclinó el cuerpo. El codicioso Thu y su mujer perdieron el equilibrio y cayeron al mar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario