viernes, 23 de septiembre de 2011

Gente que hace cosas…

Enrique Vargas
Enrique, su teatro y los sentidos

Fue mi regalo sorpresa del día de Reyes.
La tarde estaba cerrada de gris, con la lluvia chapoteando en la calle, y un frío finito que se colaba por todos los rincones de mis leotardos.
Llegó enfundado en un abrigo de paño negro marengo, chapela del mismo tono, y con un despiste importante en su cerebro.
-Buenas tardes. Perdóneme usted, quizás me pueda ayudar. Recién he llegado y ando un poco perdido.
Estoy buscando algún comercio para comprar algo de comida. Pero no sé qué pasa, que todo está cerrado. Necesitaría algo de pan, leche, puede que café y azúcar. ¿Me indicaría  dónde puedo encontrarlo?
-Justo enfrene de usted, hay alguna de las cosas que está en su lista de necesidades.

Hace cerca de 10 años, yo regentaba una tienda de aceite y vinagre. Con la diferencia de que tuvimos que sustituir los hermosos muebles que firman el carácter de ese tipo de tiendas, por unas cómodas y básicas estanterías de Ikea.

El engrane encajó. Después de aquella tarde gris oscura, las visitas fueron seguidas por hermosos días de sol.

-Yo te cuento un poquito de mí, y ahora te toca a ti contarme un poquito de tu vida. Es lo justo.

Empezamos por hablar de las costumbres de esta tierra desconocida para un hombre tan viajado.
Por aquél entonces, vivía en Bélgica. En una casa desde la cual no escapaban a la vista ninguno de los escondrijos del bosque.
Hablamos del vino, de sus laberintos y del Dios que lo custodia, de la música campesina de Colombia. del espectáculo que pronto sería traído al pueblo para goce y disfrute de muchos. Hablamos de nuevas ideas para mi negocio. 
Conversábamos sin parar.

Teatro de los sentidos
-Investiga la fecha de cumpleaños de tus vecinos. Y organízales una fiesta para la fecha.

-¿Qué dices? Te has vuelto loco. Hacer eso aquí, significa morir quemada en la hoguera cual hereje novelera. Eso aquí no funcionaría.

-Lo hacíamos en Costa Rica. Viví allí durante mi exilio político.

Exiliado, actor de teatro, telenovelas y cine, director, escritor, amante del silencio…

-Tengo pensado quedarme por España. Puede que me instale en Barcelona. Todavía tengo dudas, pero hay ando pensando en qué puede que haga un cambio importante con la compañía.
¿Tienes pensado hacer cambios en la tuya?

Idiota de mí. Tenía pensado cambiar desde niña. Pero no lo hice. Tenía pensado manipular el camino que estaba deliberadamente hecho para que yo lo siguiera. Pero no lo hice.

-Sabes, María del Mar…que nombre tan bonito tienes, solo en México lo había escuchado alguna vez.

-Si lo sé, parece ser que hay una telenovela que lo ha puesto de moda.

Componentes Teatro de los Sentidos
-Mi compañía “El Teatro de los Sentidos” investiga a través de nuestras obras, las manifestaciones de nuestro cuerpo. La poética del sentir con lenguaje teatral del silencio, como condición indispensable para una comunicación.
¿Has entendido algo de lo que he dicho? Puede que no haya sido claro.
Dicho de otro modo ¿Serías capaz de hablar sin tener que emitir sonidos?

-Entiendo perfectamente lo que quieres decir. Hablar sin hablar. Decir…estoy enfadada, es que no me lo lees en la cara. Mis ojos rechinan ira. Si que sé lo que quieres decir.
Y dime, ¿Durante toda la obra nadie dice nada? ¿Ni mu? Me gustaría ver eso.

Hablamos y hablamos y no nos cansábamos de charlar. En silencio también lo hacíamos. Fue un idioma rápido de aprender. Es muy buen profesor y yo, no soy mala alumna.

-Vaco es el dios griego del vino. El espectáculo que montamos con “La memoria del vino” está instalado en un solar muy grande. Son funciones de grandes dimensiones y para un público muy reducido.  Cuantos menos seamos,  más fluyen los sentidos.
Y así, estuvimos hasta que tuvo que volver a su laberinto de vinos, y yo a mi negocio que no terminaba de funcionar.
 Pasados unos meses, apareció otra vez por la tienda, en busca mía  y del pan de puño.

-Ustedes bautizan a las cosas con el sentimiento y la lógica. Eso lo aprendí cuando me explicaste el por qué  este pan se llama de puño.

-¿Y ya te sabes la lección?
-¡Por supuesto que si! y la respuesta es: porque se amasa con el puño.

La memoria del vino
Esta vez, se trajo un espectáculo pero a menor escala de lo que me había contado. No recuerdo el argumento. Sé que yo estaba en primera fila y no le quitaba el ojo de encima a las marionetas que  manipulaba. Sabía que al día siguiente iba a ser examinada.
Esa semana sería la última vez que nos veríamos. Luego le siguieron  un par de correos y poco más.
10 años ya han pasado y no le he vuelto a ver, ni volví a saber  nada del hombre de los sentidos.

Hace uno o dos días que, encontré por casualidad su blog.
Escribió una bienvenida sencilla y humilde. Reza algo así como que "no sabe si sus palabras servirán de algo, pero que por lo menos lo intenta".
Tiene como 18 seguidores, pero nadie había estrenado la cuadrilla de: escribe un comentario.
Aquello estaba hecho para mí. El destino quiso que fuera yo la que diera por inaugurada la sección con mis también humildes y sencillas letras.

-Claro que sirven de algo. Sirven para que después de 10 años, pueda volver a saber de ti, y hacer que me recuerdes como la muchacha que te vendió el primer pan de puño que viste en tu vida.

No sabes cuanto te echo de menos. La de veces que me viene la imagen a la cabeza de cuando me contaste un cuento corto en la calle a voz alzada. Y yo, apoyada en el bastidor de la puerta, sonriendo feliz de seguir tus movimientos corporales y el lenguaje de tu silencio.
Con la intención de poder incitar a tus recuerdos, me quedaré esperando a que me devuelvas el mensaje.
No olvides que mis sentidos siguen abiertos a tus estímulos.

Les dejamos con el link a la página web de la compañía , que lo disfruten, así , como de un vídeo donde pueden ver este mundo maravilloso de los sentidos. http://www.teatrodelossentidos.com/eo/intro.php





María del Mar Benítez

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