miércoles, 9 de noviembre de 2011

¿Qué ve?

Lo limpio de su mirada, me causa envidia. Ese horizonte sin obstáculos, sin baches, sin interrupciones, sin códigos de honor, sin leyes, sin cuestiones. Un mundo lleno de posibilidades. Eso es la niñez, incluso diría que la preadolescencia. No hay nada que no pueda hacer, decir, mirar, ocultar. Todo es posible. ¿Cuándo perdimos la capacidad de ver algo mas allá de lo que tenemos delante?
Ese salto carente , en muchos casos, de creatividad, nos impide ver el elefante rosa cargado de flores en cualquier esquina de nuestra imaginación. Hace poco me sorprendí confesando: "No tengo ideas, estoy seca"....Buff, sonaron las sirenas de la preocupación. Me puedo quedar sin dinero, sin pelo, sin ropa, pero sin ideas, sin imaginación, NUNCA. Así, que indagué , rebusqué y empecé a llamar a esa niña con ojos limpios, netos, vírgenes, que todo el mundo tiene y , aunque con retraso, acudió a mi grito desesperado de ayuda. Cuando la vi, me volví a sorprender. Esos ojos marrones, limpios, vírgenes, audaces. Me daba vergüenza mirarla. Pero ella seguía ahí, de pie frente a mi. Era nueva en este tipo de procedimientos, debía preguntar; cogerla de la mano y amarrarla a la pata de mi escritorio o simplemente, escuchar y observar.
Cuán difícil es hacer ambas cosas. Cuando el silencio te rodea, qué narices vas a escuchar; cuando lo que te rodea es solo vacio, qué narices vas a observar. ERROR¡¡¡¡
Después de tantos años acumulando ideas, prejuicios, errores , aciertos, mentiras, vendas, verdades a medias, caricias sin sentidos, creencias sin fundamentos, dolores, risas sin ganas, escenas repetidas. Después de tantos años de escombros,  era incapaz de ver lo que me rodeaba e impregnarme de ello. Esa niña, morena, con grandes ojos, con un horizonte aun por descubrir, con esa sonrisa tímida, pero limpia, un día quedó sepultada por miles de escombros que yo misma haciné en cualquier esquina de eso que llamo consciencia. 
Me autocontemplaba y me preguntaba en qué lugar del viaje tiré por la borda las maletas de la imaginación; cuándo dejé de soñar en color; cuándo dejé de oírme; cuándo me dejé morir. 
Nunca unos ojos me habían dicho tanto y nunca un silencio me había mostrado tanto. 

Un día sentí que lo mio eran las letras. Escribir sentimientos, buenos  o malos. Pero cuando no crees en ello, cuando no fomentas y  valoras lo que escribes, esa fuente a la que llamo imaginación, musa, inspiración o como quieras llamarla, busca otros puertos , otros ojos que la busquen, otros oídos que la escuchen , otro corazón que la sienta.

©Lola Tabernas

2 comentarios:

  1. Yo desaprendo cada día para volver a ser niño, a imaginar como el niño que fui, a tener esperanza como el primer día, a sorprenderme con lo cotidiano y a valorar lo más pequeño.
    Una hermosa reflexión, te felicito.
    ibso

    ResponderEliminar
  2. Si tubiera que definir con una sola palabra lo que esta mujer escribe, diria que esto, es calidad literaria

    ResponderEliminar