Todas las figuras de sus cuadros son cóncavas, oblicuas, retorcidas en su torso. Y cuando digo todas, no me refiero solo a las figuras humanas, también las mesas, ventanas, jarras, tenedores y cuchillos, navegan en la atmósfera de sus cuadros como si se trataran de cometas que luchan contra fuertes ráfagas de viento.
Están literalmente flotando en el ambiente como si se tratara de un baile en la gravedad. Una fiesta de fin de año en la luna.
Personajes de dientes afilados y perros bocazas.
Sus dibujos parecen sacados de los guiones de Buñuel o de Felinni. Y encima, los títulos de sus cuadros son tan espectaculares como el propio lienzo. Retratos superlativos, que hay que conocer.
Los dibujos de Enrico Robusti, son como “la cena de los idiotas” pero a la italiana. Los espaguetis abundan en su trabajo al igual que las babas de sus comensales, que en muchos casos, ahora que lo pienso, es como si se burlara sin tapujos, de la alta sociedad europea.
Todo un descubrimiento y un placer para los sentidos.
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