jueves, 29 de septiembre de 2011

Rincón de la memoria

El gatito Serafín



Yo tenía una vez un gato
blanco y negro tan monín,
con el rabito muy gordo, 
se llamaba…Serafín
¿Por qué os reís?
¿Es que acaso un gato no se puede llamar así?
Pues el nombre es muy bonito y además puesto por mí.
Cuando el gato se sentaba en sus sillón, desde lejos
parecía un almohadón.
Pero un día vino a casa, una amiga de mamá
tan cortísima de vista, que no veía ni acá.
Era gorda, gorga, gorda ¡tan gorda como un vagón!
que cada dedo,  Dios mío,  parecía un salchichón.
Entró la vieja en mi sala con las lentes sin poner,
y  en el sillón de mi gato allí se dejó caer.
Cada vez que lo recuerdo me entran ganas de llorar,
me lo hizo una tortilla, por delante y por detrás.
Quién te lo iba a decir, pobrecito Serafín.


(Recuerdo infantil de Carmen Benítez Cruz, años 40)

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