domingo, 25 de diciembre de 2011

Con los platos abiertos

Dulce verdura
½ Kg. de harina blanca
¼ Kg. de manteca de cerdo
25 grs. de azúcar
1 Kg. de batatas
2 Hojas grandes de higuera
125 de almendras peladas y molidas
1 copa pequeña de anís
1 cucharadita de canela molida
Ralladura de limón
½ sobre de matalahúva
50 grs. de pasas de Corintio
½ litro de aceite de maíz mezclado de con oliva.
Primero que nada haremos la masa que más tarde, envolverá a modo de funda a las batatas ya molidas, amasadas, maceradas y adornadas con los ingredientes propios de dulce tan canarión.
En un recipiente bien grande o si se prefiere un lebrillo, se vierte la harina blanca, la manteca de cerdo, el azúcar, un poquito de agua para poder meterle mano a la harina y otro poco de sal.
Con todo esto, se hace la masa que vamos a estirar y dividir en cuartos suficientes, para envolver el relleno que da forma a las truchas de batata.
En un caldero aparte, se ponen las batatas ya peladas y cortadas en cuadritos, cubiertas con agua a ras de piel.
Cuando estén aun medio duras, nada de raleras y blanduras, se le añade el azúcar, las almendras molidas, la copa de anís, la canela molida, la matalahúva, las pasas de Corinto y finalmente el limón rallado.
Dejamos el amasijo hirviendo y bien tapado con las dos hojas de higuera, que darán gusto al postre y perfume a la cocina.
Una vez cocinado, se retiran las hojas y se machacarán todo hasta conseguir el sabor y la textura que tiene este dulce tan rico y cremoso. Daremos forma al relleno hasta que tenga aspecto de crema dorada, capaz de colarse entre los incisivos de forma tan fina, que tardaremos mucho tiempo en lavarnos los dientes.
Una vez conseguido esto, dividiremos la masa en montoncitos lo suficientemente grandes, como para que quepan en la palma de la mano.
Acariciaremos cada relleno hasta que queden más ovalados que redondos. ¿Recuerdan la masa hecha al principio? Pues es ahora cuando la utilizaremos, para darle forma final al dulce, que quedara perfectamente sellado con el más sofisticado artilugio culinario…El Tenedor.
Juntaremos los bordes de la masa cual trucha-monedero, utilizando el tenedor como si fuera una prensa que cierra herméticamente, todas las posibles fisuras que pudieran quedar si no hemos hecho bien nuestro trabajo.
Esto no solo se hace por seguridad, ya que la masa podría salirse de su sitio como crema en manga pastelera, si no que también da un cierre estético muy estético al segundo dulce navideño más importante en La Isla De Gran Canaria, el primero es el Mazapán De Tejeda.  
¡Y ya está! Después de un tiempo prudencial de reposo, pongamos que si las haces al mediodía, para la cena del 24 bien entrada la noche, estarán en un perfecto estado para ser devoradas, con el mismo cariño con el que se hicieron.
¡Como relucen sobre la mesa del comedor! Como tabla de ajedrez con peones, caballos, damas y reyes en un estado bicolor después de haber pasado por el tramo final, fritas en aceite hirviendo y en la vieja sartén de la abuela. Sartenes en cualquier cocina siempre hay 200, pero para la fritura de las truchas, no hay nada mejor que la sartén de la abuela.
Yo, reventada de comer y con la pretina que no cede más, me rindo con todo el dolor de mi corazón.
Engullidas dos, a lo sumo tres, se hace cada vez más difícil que baje una última por el gaznate.
Ya ven, tanto tiempo empleado en la cocina, tantas horas en la cola del supermercado ¿y al final para que? Para conseguir que no me cierre la cremallera del pantalón y me pese más el trasero.
¡PERO QUE BUENAS ESTÁN LAS MUY MALDITAS!



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