domingo, 1 de enero de 2012

She

Despertaba de una noche distinta, con cualquier acompañante. Despertaba sudada, cambiada, apretada, mordida, desgarrada, complacida. Despertaba sin ganas. Agotada, pero radiante. Frente al espejo , ni un rastro de lo que fue la noche anterior. En su cuarto , fielmente decorado por los años de universidad  y glamour  generacional, She, terminaba de dar su ultimos retoques a un vestido negro, casi adhesivo a la piel. Lo encontró, el pasado verano cuando realizó un viaje fugaz a la ciudad. Allí estaba, en ese escaparate, brillante, único, resultón. En el probador, un suspiro de goce autoinfringido se le escapó, cuando el espejo le devolvió la imagen que ella esperaba, la que llevaba tiempo buscando, la de una mujer que desea ser deseada.
Las medias negras, tupidas, prolongaban el negro sepulcral del vestido. Unos stilettos negros, vertiginosos, bien afianzados y el corazón en la boca. Una tarde, mientras esperaba en un centro comercial a unas amigas, la publicidad de un rojo de labios no la dejaba concentrarse en la lectura diaría del periódico. Rouge Sublime 150 de YSL.
Todo estaba dispuesto para  esa noche donde todo lo  deseado, lo anhelado, lo soñado se iba a convertir en realidad. Había sido invitada a una fiesta de fin de año , de esas con mucho glamour, desinihibición y amnesias prodigiosas en el mismo instante del alba. Ante el espejo, su cuerpo embutido en un vestido negro, anudado al cuello que le dejaba totalmente al descubierto la espalda, medias y  zapatos, acoplados al conjunto, formando un cuerpo deslizante, se veía matador.  Uñas y labios ardían. El pelo, recogido, dejaba ver la nuca que, más tarde, esperaba ser acariciada, mordida. Todo era idóneo. Todo en su lugar, todo por empezar. Aquella noche, no iba a ser igual que las demás, llenas de cervezas, pipas, y pizza grasienta. Era la noche donde moría la antigua She y renacía una mujer con fuerza, con ganas de disfrutar y hacer disfrutar. Pero los planes nunca salen como se planean. Horas, y horas oyendo discursos rancios, cumplidos nada originales, manoseos gratuitos y nada delicados.  Empezaba a aburrirse , la nunca la tenía casi roja de la poca costumbre de colgarse trajes tan apretados al cuello. El rojo de labios comenzaba a desaparecer y le cansaba ir una y otra vez a retocarse. El bolso comenzaba a pesar y las llaves del coche sonaban cada vez que movía la mano. El pelo, agarrado a doscientas mil orquillas, comenzaba soltarse y a doler. Un horror. Pensó que la vida loca no se planea, no se preve, sale sola y con esa idea y cansancio, le comentó a su amiga que se iba.
Una copa, solo una copa y me voy. Una copa llevó a otra y la otra a más. En el fondo pensó que por qué desaprovechar la velada. Dejo atrás sus dotes de seducción, para convertirse solo en una chica que despedía un año y daba la bienvenida a otro rodeada de gente. Y las horas pasaron, hasta que el sol de la mañana, le hizo cosquillas, durante un tiempo, hasta que se convirtió en un incordio 10 minutos después. Se atusó el pelo, secó sus babas y cuando intentaba recuperar su cordura y tomar un alka-seltzer , como de costumbre, notó que algo le impedía salir de la cama. Intentaba zafarse, pero no podía. Con las pocas ganas y fuerzas que le quedaba, se dio la vuelta y allí estaba. Tanto buscar, tanto hacer y allí, desnudo, con la piel todavía erizada, descansaba el hombre más guapo y sexy que jamas había conocido. No sabía su nombre , pero recordaba que la noche anterior, se fijó en él nada mas entrar. Se colocó el pelo y arrastró la sabana , delicadamente, hacia su pecho. Le dio pudor, pero no podía dejar de mirarlo. Recorría cada parte de su cuerpo intentando recordar qué es lo que había pasado, cuándo y cómo pudo disfrutar de aquel hombre que yacía exhausto al lado de ella.
Despertaba de una noche distinta, con un acompañante cualquiera. Ante el espejo , cansada, se sentía distinta, completa, agotada, mordida, desgarrada , pero radiante.
Ante el espejo She, notó mas que nunca que todo es posible y por una vez, solo una vez, dejó de pensar en el amor y creyó en la entrega, solo pasión, solo sexo, solo cuerpos.

©Lola Tabernas

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