Negocios sucios, poder, dinero, estatus, jefazos, un Tim Robin más tonto que nunca, relojes que marcan el ritmo de la vida, corrupción, más poder maloliente, hipocresía, malos sentimientos, diálogos estresantes y un Paúl Newman, que esta pa'comérselo.
Todo está juntito y bien mezcladito, el cóctel de una película norteamericana, de esas que merece la pena ver.
Seré breve porque sobran las palabras. En esta ocasión me congratula darle el Secreter a la mejor interpretación masculina donde las haya, a mí Paul. Si de mi dependiera, se los daría todos. De la misma manera que si se hubiera cruzado en mi camino, también se lo hubiera dado todo.
Qué desgracia, siempre se van los mejores.
Mar Benítez
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