martes, 3 de abril de 2012

Pilar Miro, una mujer incomoda

El domingo por la noche, en busca de algo atractivo en la televisión, me encontré con la grata sorpresa, de que comenzaban a emitir un documental sobre la vida de Pilar Miró.
Pilar, estudió periodismo y derecho. Más tarde se graduó en la Escuela Oficial de Cine, dónde también fue profesora. En su etapa como cineasta (que fue la que desarrollo) se encontrón con auténticos teniques en el camino. Era una mujer incomoda. El resto de sus compañero(varones todos) no estaban muy conformes con su presencia en el panorama cinematográfico.
Mujer ávida e inteligente, supo como pocos trabajar los guiones de una forma distinta, y ya sabemos que lo distinto, por lo general, no gusta. Consiguió para el cine español, premio tras premio y gloria tras triunfos. Los caballeros, tuvieron que abdicar ante la reina de corazones que se fue convirtiendo, en una maestra del medio audiovisual. Se atrevió con “El perro del Hortelano”, cuando todo el mundo la advertía de que ese proyecto era imposible. Regocijada quedo, cuando en la entrega de los Premios Goya de ese mismo año, era su nombre el que no dejaba de sonar en la sala. Con “El crimen de Cuenca”, no fueron sus compañeros quienes la hostigaron para que tirara la toalla, era el “régimen” el que no la dejaba “engordar” sus estanterías con el reconocimiento, que llegaría dos años más tarde de su estreno, convirtiéndose esta película en una de sus obras maestras. El general murió y ella resurgió. Pero no acabaron aquí sus problemas. Aun a las puertas del juzgado que la quiso lapidar en agonía, Pilar se levanto, miro al tendido y salio triunfante de un acoso y derribo sin pies ni cabeza, que casi la deja fuera del cuadrilátero. El mismo juez que llevo su caso y participa en este documental, cuenta, que la abogada que representaba a TVE. (entidad que la llevo al banquillo) no estaba conforme con las pruebas acusatorias que ella misma tenia que defender. Se puso manos a la obra, devolviendo la
“papa caliente” al gobierno ya en democracia, decidió por obra y gracia acusarla de fraude económico, demostrando la letrada, que aquellas facturas, no eran reales. Mirando a cámara, el magistrado cuenta lo que ocurrió al final del juicio.
-Me acerque a ella y le pedí perdón. No me dijo nada-
Me quede echa polvo, aun tumbada en el sofá, sin posibilidad de derrumbarme.
Quepena. Que pena por no poder seguir disfrutando de sus historias llevadas al cine y por los desaires que la vida, tiene guardados en ese cajón incomodo que se llama, hipocresía.
Mar Benítez (14 de marzo del 2012)

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