Cuando se levantaron, su par derecho
tenía la punta destrozada y ahí empezó todo.
En el pueblo donde vivían no había
zapatero por lo que tuvieron que trasladarse a la gran ciudad. Allí, el
zapatero atendió bien a su par pero tardaba en repararlo. Mientras, el zapato
izquierdo permanecía solo y desolado en el cajón de una zapatera,
preocupado por la incertidumbre de no saber nada de su par. A los tres días
apareció su par pero nada más verlo, comprendió que todo cambiaría puesto que
el par venía muy chulillo con la punta levantada y reforzada. Además, venía con
un color diferente y llamativo debido a que fue “a la peluquería de los
zapatos” para que le echaran el kanfort más caro que tuvieran.
A partir de ahí, el zapato izquierdo se hundió en
una depresión porque su par lo
menospreciaba y se reía de él. El zapato pensó que el amor se había
acabado y tomó la decisión de retirarse de la calle. Un día, aprovechando que
estaba algo suelto porque no estaba el cordón amarrado, decidió soltarse y
tirarse bajo las ruedas de un camión. Su par se quedó muy triste al otro lado
de la calle porque se sentía culpable de la desgracia.
Evidentemente, su dueño tiró al contenedor al par
derecho puesto que los zapatos van en pareja y además, había perdido toda la
alegría. El dueño estuvo triste durante mucho tiempo porque nunca había tenido
unos zapatos tan llamativos y conjuntados.
Moraleja:
Disfruta de
tu pareja e intenta limar asperezas y cuando no haya solución para seguir
juntos, intenta tratarla con delicadeza.
Puedes
hundirla pero, sobre todo, puedes cabrearla. Espero que en tu caso, tengas o encuentres el amor definitivo.
“El reciclador de zapatos femeninos”
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