viernes, 19 de octubre de 2012

A sus pies , D. Miguel


Cuando dices en muchas tertulias "Que amas la literatura", los que te acompañan quieren que ante cualquier pregunta, duda, sugerencia, salga esa erudita que por no callar, mete la pata constantemente. El estudiar filología, teóricamente, te hace poseedora de un conocimiento literario diferente al que pueda tener cualquier ser vivo. Desde ahora digo que NO.
Muchos factores entran en juego en el momento en que te das cuenta que aquellos libros , centenares, que devorabas en la carrera, ninguno viene a tu memoria. Ante cualquier pregunta de un concurso absurdo , dudas. Factores como el paso del tiempo, ocupar tu tiempo con otras cosas que no sean la lectura, merma la capacidad de almacenamiento y por ello la memoria.
Muchos son los factores.
Uno de esos centenares , no de libros, pero si de autores, es D, Miguel de Unamuno. Recuerdo leerme, Nivola, me encantó; San Manuel Bueno Martir,  no me acuerdo si me gustó o no.
Pero jamás había leído el libro del que , espero no divagar mas, paso a hablarles. De Fuerteventura a París es un libro del que todo el mundo ha oído hablar. Sabemos que Miguel de Unamuno estuvo en Fuerteventura, desterrado. Lo que desconocía era la belleza de sentimientos, imágenes y palabras que engloba este libro.  El dolor, la pena, la pasión con la que , Unamuno, describe su interior, lo que le preocupa, lo que odia, lo que ama, lo que anhela. Como canaria, siempre nos encanta que hablen de nuestra tierra, se nos pone cara de bobos, pero en los sonetos en los que sin quererlo , ya en París, lejos de fuerteventura, Unamuno la añora, descubrimos a un Unamuno diferente, que ha sido tocado por el mar, la aridez de los campos, la inmensidad de las llanuras desérticas de la isla que llegó a estimar. Redescubrir a Unamuno, es redescubrir Fuerteventura, es volver a viajar por las sendas áridas de una tierra que no deja indiferente.

Escribirá Unamuno, ya en París:

Te alzas enjuta sobre el cielo pardo,
cielo que envuelve mi respiro enfermo
- en él contigo cada noche duermo-,
duermo y tu piedra en mis entrañas guardo.

Te alzas enjuta como flor de cardo,
flor que es un hito en el confín del yermo,
día tras día de esperanzas mermo,
se hace mi paso cada vez más tardo.

Eres mi luna ya, Fuerteventura,
gigante espejo del gigante ocaso
del sol de España en su postrer postura;

llega la noche y de su negro vaso
vierte la mano del Señor segura
sobre ti, España, el agua del Acaso.



2 comentarios:

  1. Mar:
    Te pongo este archivo que me parece interesante con tu artículo.
    JCH

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  2. Hola Hans: ¿que archivo?
    El artículo no es mio. Si te refieres a este de Unamuno.

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