Y el Secreter es para ....Bahman Ghobadi y Hana Makhmalbaf

Hay tres niños del panorama cinematográfico, que son difíciles de olvidar:

Pepino, de la película “Los chicos del coro” el Señor Satélite de “Las tortugas también vuelan” y Baktay de “Buda explotó por vergüenza”

Son tres bombonazos. Cada uno en su cinta.

A Pepino, lo dejaré descansar por esta vez. En otro momento lo sacaré de detrás de la verja donde todos los viernes espera a que sus padres pasen a buscarlo, para pasar el fin de semana todos juntas en casa.

Hoy me voy a quedar con las tortugas que juegan con Buda.

Y lo haré por dos razones. La primera porque es la excusa perfecta, para hablar del trabajo de un padre y una hija. Y la segunda, porque los quiero premiar.

Las tortugas también vuelan  

Dirección y guión son de  Bahman Ghobadi

Entre otros premios, este film tiene la Concha de oro en San Sebastián en el 2004.

Bahman Ghobadi

El señor Satélite, es el niño más encantador y listo de todo el poblado. Sin querer, se convirtió en el papá improvisado, de un grupo de inocentes soldados, que viven en un campamento de refugiados en Irak, donde la vida se apila, junto a las dunas, y los chicos de manos diminutas, juegan a desactivar bombas.

Todos los habitantes de aquel campamento, lo idolatran, porque es un entendido en antenas, y en aquellos momentos, era la persona más indicada para buscar una, ya que todos andaban pendientes de tener noticias a través de la televisión, sobre el inminente ataque de los norteamericanos contra los iraquíes.

El señor Satélite quería ser como ellos, los libertadores de su país. No perdía la fe en que solo los norteamericanos, traerían la paz a su gente.

Como el hacia trapicheos en el mercado negro más cercano, a la vuelta al campamento, los viejos del pueblo reclamaban su presencia, para que contara las novedades que llegaban del extranjero.

Pero aquí no queda la cosa. El amor, también llamó a la puerta de Satélite. No todo sería destrucción y negrura en su vida.

Para este rodaje, no se hizo ningún casting. Bahman Ghobadi, se instaló directamente en el campo de refugiados donde transcurre la propia historia que cuenta en esta durísima película.

Los niñ@s son los que hay, las haimas son las que había, nada se puso, ni se quitó. Todo es tal cual se pinta en la película. Incluso los pequeños especializados en desactivar bombas, las rodillas desvariadas de uno de los protagonistas, ojos tuertos. Todo es lo que parece. No hay maquillajes ni efectos especiales.

Por esta y otras películas (por cierto que no hace mucho acaba de estrenar otra) Bahman Ghobadi, salió huyendo de su país, pasando por Londres, donde crió a sus hij@s y poco a poco fue trayendo al resto de familiares, que también son perseguidos por hacer cine. Actualmente reside en París, sin saber si tiene que volver a salir corriendo o por fin, puede regresar a casa.

Buda explotó por vergüenza   

Dirección y guión de Hana Makhmalbaf

Hana Makhmalbaf, hija de Bahman Ghobadi, hizo su primera película con 18 años Buda explotó por vergüenza y a sus 18 años, el jurado del festival de San Sebastián en el año 2007, decidió por unanimidad, concederle el premio especial del jurado, por su valentía y por la hermosura de este film.

Bajo la estatua de Buda que destruyeron los talibanes, viven miles de familias.

Hana Makhmalbaf

Baktay, una niña afgana, de unos 6 añitos, quiere ir a la escuela, porque ve al hijo de sus vecinos como lee cada día los alfabetos, mientras ella, tiene que cuidar a su hermanito pequeño.

De camino a la escuela, se encuentra con uno niños que juegan a que la van a lapidar porque ellos son talibanes y ella es, una mala mujer que quiere aprender a leer.

Al igual que su padre, Hana, tampoco dio muchas vueltas buscando actores, porque los tenía delante.

La niña que hizo el papel de Baktay, fue elogiada por todo el mundo. Los críticos, la llegaron a catalogar como de las mejores interpretaciones infantiles en la historia del cine a nivel ¡MUNDIAL!, llegando a decir que lo mejor de la película es la naturalidad con la que la niña actúa de principio a fin.

Es un canto rotundo a los derechos infantiles, que tantas veces nos los pasamos por alto. Es un grito a lo que nos avergüenza, y por eso y más cosas, Buda, y cualquiera que tenga un pizco de sensibilidad y buen hacer en esta vida, explota.

Vamos a concederles, un Secreter de oro a cada una de estas películas, por haber escrito guiones, basados en hechos reales, y tan reales como que la cosa en lugar de mejorar, por desgracia, va empeorando día a día.

Este es un cine que hay que ver, sin miedo a que nos dañe la retina.

María del Mar Benítez