sábado, 3 de septiembre de 2011

La realidad ante el pincel



Seguro que al leer este nombre, Rubén Darío Velázquez, todo el mundo pensará que lo saqué de mi imaginación. No es así. Al señor Velázquez, le tocó tan insigne nombre, por decisión familiar. Uno no elige esas cosas cuando nace, tampoco lo que quieres hacer en la vida., pero lo que sí eliges, son las formas de expresión.

Con un nombre tan artístico, empezó Rubén a pintar cuando los Reyes Magos de Oriente, en lugar de dejarle la pistola de aire comprimido que esperaba, encontró dentro de su zapato una caja de acuarelas.
El niño, ya apuntaba maneras copiando viñetas y desnudando con la vista los detalles de Las Majas de Goya. Esta sería una buena excusa para que el chaval, comenzara a tener sus primeros referentes en esta disciplina artística.

Asturiano de nacimiento y hombre de provincias porque la vida lo quiso así, después de aprobar unas oposiciones, imparte clases en Canarias, esta será la relación que le une a las islas.
Después de aquello, se instala definitivamente en Madrid y comienza su particular periplo de exposiciones por todo el país.

Óleo y témpera, es fundamentalmente el material que utiliza para pintar sus lienzos.

Naranjas veraniegos, ocres claroscuros, blancos sobre azules. Rostros de gentes que ni ríen ni lloran, no piden, solo posan para las estampas familiares de la España de campo y pueblos pequeños, que siempre están en primavera. Sus flores lo delatan.


Si quieren relajar la vista y ver la obra pictórica de Rubén Darío Velásquez, apunten,  http://www.photolounge.es/art.php?id=88&lang=es.


María del Mar Benítez

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