domingo, 8 de julio de 2012

Artes-Sanos…


Tallando un tallero

De buena piedra, con manos expertas y un manojo de culantrillo, será material suficiente, para obtener durante el resto de la vida, agüita fresca dentro de su casa. Difícil imaginar lo que cuento…
Créanme cuando les digo, que lo que es realmente complicado, es describir lo bien que sabe el agua, cuando mana de un pedrusco de naturaleza muerta.
Una casa de arquitectura canaria que se precie, si no tiene un “Tallero”, ni es casa, ni es na.
Lo más común es tropezarnos con él, en los patios centrales de las viviendas, pero puede estar ubicado en cualquier lugar del hogar, siempre y cuando sea un rincón umbrío.
Me da un dolor tremendo, comprobar que ya no se estilan. La gente no sabe lo que se pierde. Hemos cambiado este surtidor natural, por maquinas expendedoras de raquíticos chorros y envases plásticos, con soportes de hierros de la peor estética.
Un “Tallero”, es un mueble de agua indispensable, para una vivienda isleña. Acostumbrados a vivir con la carencia del líquido elemento, nuestros bisabuelos, giraban su vida en torno a una cómoda, alta, fuerte, de madera tallada a mano, con los huecos necesarios para colocar, la pila ( el canto de piedra) el plato que hace a su vez de tapa, y la taza que tanto podía ser de metal o de barro.
Ver un “Tallero” en una casa, era señal de alegría. De saber que en aquel lugar, el agua que se consumía era limpia. Como un juguete divertido e inteligente. Un invento de la naturaleza que el hombre perfeccionó, llevándoselo a lo cotidiano, sin necesidad de perjudicar a nadie.
Daño me hace, comprobar que las generaciones que me siguen a la espalda, prefieren el “red bull”, las colas, los sprites y una serie de burbujas coloreadas, para apagar la sed, antes, que un buen vaso de agua de culantrillo.
Hay “Talleros” que incluso tenían sus propias puertas.
Cuando la noche llegaba, al igual que hoy en día existen muebles que sirven para encerrar televisores, en los “Talleros” también se utilizaba éste sistema para que los insectos no hicieran del agua, una piscina privada.
Siempre lo digo, si alguna vez esta que les escribe, consigue salir de este piso de 50x50 y se manda a mudar a una casita canaria, lo primero que haré será, recuperar uno de los utensilios más prácticos y hermosos que se pudiera tener, y no me refiero a una vitro. Como ya han intuido, les hablo del aparato que sin enchufes, gotea agua, de la misma manera que lo hacen las nubes, antes de un gran chaparrón.

Mar Benítez

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