" En las oficinas húmedas de esa redacción agonizaban cada noche mis ilusiones de ser escritor. Permanecía hasta la madrugada empezando nuevas novelas que dejaba a mitad de camino desilusionado de mi talento y mi pereza. Otros escritores de mi edad obtenían considerable éxito en el país y hasta premios en el extranjero: el de la Casa de las Américas, el de la Biblioteca Breve de Seix Barral, el de Sudamérica y Primera Plana. La envidia, más que un acicate para terminar algún día una obra, operaba en mi como una ducha fría"
Muy pocas veces un prólogo me había calado tanto como el de Antonio Skármeta. Muy pocas veces me había identificado tanto con un escritor, como con el párrafo que inicia esta entrada sobre el libro de Antonio Skármeta, El Cartero de Neruda. Cuando uno quiere ser escritor y siente que la vida se va y la pereza, la envidia y un conjunto de sentimientos superfluos, pero existentes y cancerígenos te rodean, no ves ninguna palanca que accionar que te haga levantar el boli, la mano sobre el teclado del ordenador. y dejarte llevar por el tintineo de las teclas y la rápidez de tu cabeza que te dicta palabras sin concierto, ni acierto, pero que escribes por no sé qué razón. Después de esta epifanía literaria, me pregunté, qué tenía este libro, para que Antonio saliera de ese ostracismo literario autoimpuesto, y lo que descubrí solo es equiparable a lo que sienten los que ven el mar por primera vez; los que prueban placer sin ataduras; los que viajan en bicicletas sin ayuda. Un placer que solo da la lectura. El Cartero de Neruda es un libro sencillo, pero bello. Su belleza radica en la sencillez de esos sentimientos, de los pensamientos de las acciones, de hablar y sentir sin pensar, o por lo menos sin pensar dando giros imposibles. Un Neruda en su momento mas álgido de su carrera, un cartero que sin pensarlo, sin quererlo, sin apenas darse cuenta, hace poesía, por una razón:
-¡P´tas que me gustaría ser poeta !
-¡Hombre! En Chile todos son poetas. Es mas original que sigas siendo cartero. Por lo menos caminas mucho y no engordas. En Chile todos los poetas somos guatones.*
-Es que si fuera poeta podría decir lo que quiero.
-¿Y qué es lo que quieres decir?
-Bueno , ése es justamente el problema. Que como no soy poeta, no puedo decirlo.
Con este fin , Mario , no descansará hasta tener la capacidad de decirle a Beatriz, su musa, la mujer que lo desarma, que la ama. Es un viaje no solo por los sentimientos de Mario, sino por la situación política de Chile y por lo mas intimo de un poeta, que al final se dejó embaucar por la sencillez del hombre enamorado, su cartero.
* Guatón: adj. NO Arg., Bol., Chile, Ec. y Perú barrigudo. U. t. c. s.
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