jueves, 7 de febrero de 2013

Recién llegado

¿Y en esto consiste la vida de un bebe? ¿En dormir, llorar, sonreír por imitación y cagar?...Pues tan poco es tan malo venir al mundo con estas premisas.
Si lo llego a saber, hubiera adelantado mi nacimiento.
No entiendo tanto alboroto alrededor de la cuna. Si vieran lo ridículo que resultan haciendo carantoñas, saldrían en estampida y nos dejarían descansar.
No cesan de traerme regalos. Mi cuarto, que con tanta ñoñería han decorado, es un campo de tulipanes multicolor, que no deja espacio alguno a la siguiente entrega de enseres. A cada toque de timbre, llega otra tanda de visitas. Es como si una tour operadora llevara a un buen número de turistas japonés a ver a La Sagrada Familia.

En este cuarto debe de haber más animales, que en corazón del Amazonas.

Estoy convencido de que la gran mayoría de regalos, no los voy a usar. Tengo pensado comer tanto, que para cuando mis padres crean que es el momento de utilizar el taca-taca, mis muslos tengan tal diámetro, que no podrán encajarme en la sillita. En lugar de sentarme cómodamente, lo harán a presión.  

De momento solo sé berrear como un poseso, que muy a mi pesar, esta táctica, no me ha dado resultados efectivos. En lugar de repeler a las visitas, causo el efecto contrario, animarlos a que se acerquen hasta la cuna, provocando más sonidos guturales y les aseguro, que no son como los míos. Yo soy un profesional de las cuerdas vocales. Tengo estilo y gracia. Es un dón con el que se nace, no se hace. Pero un adulto… ¡por favor! Es de las cosas más patéticas que se le pueden hacer a un recién nacido.

A veces, me dan ganas de coserme el cordón umbilical y volver al lugar por donde salí.

Pero no lo haré. Por lo menos, de momento.

La casa es acogedora, y ellos, mis padres, no parecen mala gente. Andan pendientes de mí, y sí, eso agobia, pero…supongo que es la reacción normal de unos primerizos.

No, no es tan mala la vida de un bebe,

 
Mar Benítez

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