Si lo llego a saber, hubiera adelantado mi nacimiento.
No entiendo tanto alboroto alrededor de la cuna. Si vieran lo ridículo que resultan haciendo carantoñas, saldrían en estampida y nos dejarían descansar.
No cesan de traerme regalos. Mi cuarto, que con tanta ñoñería han decorado, es un campo de tulipanes multicolor, que no deja espacio alguno a la siguiente entrega de enseres. A cada toque de timbre, llega otra tanda de visitas. Es como si una tour operadora llevara a un buen número de turistas japonés a ver a La Sagrada Familia.
En este
cuarto debe de haber más animales, que en corazón del Amazonas.
Estoy
convencido de que la gran mayoría de regalos, no los voy a usar. Tengo pensado
comer tanto, que para cuando mis padres crean que es el momento de utilizar el
taca-taca, mis muslos tengan tal diámetro, que no podrán encajarme en la sillita.
En lugar de sentarme cómodamente, lo harán a presión.
De
momento solo sé berrear como un poseso, que muy a mi pesar, esta táctica, no me
ha dado resultados efectivos. En lugar de repeler a las visitas, causo el
efecto contrario, animarlos a que se acerquen hasta la cuna, provocando más
sonidos guturales y les aseguro, que no son como los míos. Yo soy un
profesional de las cuerdas vocales. Tengo estilo y gracia. Es un dón con el que
se nace, no se hace. Pero un adulto… ¡por favor! Es de las cosas más patéticas
que se le pueden hacer a un recién nacido.
A veces,
me dan ganas de coserme el cordón umbilical y volver al lugar por donde salí.
Pero no
lo haré. Por lo menos, de momento.
La casa
es acogedora, y ellos, mis padres, no parecen mala gente. Andan pendientes de
mí, y sí, eso agobia, pero…supongo que es la reacción normal de unos
primerizos.
No, no
es tan mala la vida de un bebe,
jajajajaja, buenisimooo. Me encanto el texto. deberias publicarlo Mar.
ResponderEliminarGracias guapa!! no se, no me atrevo...
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