miércoles, 7 de diciembre de 2011

En la punta de la lengua

Phoenix Canarienses, por qué lo digan los Branwell

Si, lo se, David y Zoë Branwell, era un matrimonio muy dado a la investigación de la flora canaria. Cosa que desde aquí se les agradece ya que trabajaron lo que está escrito y lo que no, en investigar y descubrir los pormenores de la laurisilva, el soto bosque y lo que esta por debajo del soto bosque.
Y yo me pregunto…

¿Sabía este matrimonio bien avenido el significado de: Tambara o Tamara? ¿Alguna vez se preguntaron, qué demonios era el pirgano  o pirguan?
Difícil veo que me respondan, hace mucho que se fueron a cultivar malvas. Aun así, haré lo propio para los que conserven dudas con los dos palabros de esta semana, las disipen.
De toda la vida de Dios, un canario está rodeado de Phoenix Canarienses desde la cuna hasta la sepultura. Es como vivir permanentemente en medio de un palmeral. Tanto es la costumbre de estar rodeados no solo de agua sino de palmeras canarias, que se ha sabido sacar el máximo partido a un árbol centenario que no solo da majestuosidad a los barrancos, jardines, casas particulares etc., si no que también, y este es un dato para los curiosos, flanquea la entrada del Valle de Tuscani en Los Ángeles California.
Mansión Falcon Crest
No se extrañen, lo que digo no tiene que sonar a chino.
¿Recuerdan la mítica serie Falcon Crest? Busquen imágenes de la serie y fíjense en la fachada de la casita de los Chaning.
Efectivamente, la mansión está flanqueada por dos hermosísimas palmeras canarias.
En las islas, lo que se refiere a la provincia de las Palmas, la cosa está más bien despoblada de tan bella melena aleonada verde grisácea, pero lo que es en la provincia de Tenerife, abunda tanto que es muy fácil ver a un barrendero municipal, barriendo la plaza del pueblo con una de sus largas y peludas hojas palmeadas.
Pírgano pirguan: Científicamente diríamos que, el pírgano o pirguan (depende de la zona se llama de una forma u otra) sería el raquis central de la palmera. El nervio que sostiene como agujas en un costurero ordenado de forma compulsiva, a las hojas puntiagudas que en masa y todas juntas dan forma a la cabeza de la palmera.
El  nervio o  pírgano, en mi niñez abundaban en cantidad, tanto  que, los apartábamos con los pies al caminar, ya que por entonces, no había el servicio de mantenimiento que existe hoy en día.
Como digo, los pírganos estaban a nuestros pies, y fue entonces, y solo entonces, cuando nació el juego del taco.
Para que me sigan (los que puedan, normalmente me enredo con mis historias) El taco era un juego que se podría comparar con el béisbol. Una portería chiquitita, para nomos. Un jugador que es guarda de esa mini portería, que lo único que tenía para defenderla era un Pírgano a modo de barrera protectora, donde su principal misión era evitar que el enemigo la perforara con un taco de madera, piedra, pelota desinflada u  objeto que nos sirviera de bala.
Horas y horas nos pasábamos jugando con el pírgano en la mano. Si se nos daba bien y no se nos rompían los equipos por falta de jugadores, anochecíamos en la boca del barranquillo (cancha de juegos de la época) en la lucha de una liga imaginaria, que nos hacia correr y buscar el taco, en medio de tuneras, coches accidentados y abandonados por doquier en las esquinas de la rustica cancha, y si había un buen lanzamiento, era malo para el que le tocara ir a buscar la pieza. Podíamos terminar en medio de una barrera de colchones y viejos techos de planchas dispuestos a modo de cerca, donde nos aguardaban una jauría de perros de los que dudo, alguna vez fueron acariciados.
Tamara o Támbara: Dicese de la fruta de las palmeras. Dátil para los más asiduos a esta fruta.
Cuando uno ve ¡tremendo racimo! de támbaras que cuelgan de las palmeras, desea como agua de mayo que caigan al suelo, hartarse hasta reventar o para los mas sibaritas, hacer ojos de buey (nombre poco afortunado para tan rico plato) y para los diestros en repostería, tarta de dátil.
Con la támbara de la palmera canaria, los únicos que se ponen las botas son los pájaros.
A diferencia del dátil marroquí, egipcio, turco, etc., el canario, no se puede comer. Es más grade la pipa que la carne.
Es un espectáculo fotográfico ver como le cuelgan a la palmera, no uno, ni dos, ni tres racimos, si no hasta siete racimos como mínimo, enganchándos al cogollo del árbol, cuales zarcillos color naranja intenso, contrastando con el verde de sus hojas y el marrón sucio de su tronco. Tronco del que también se le saca provecho en su lecho de muerte, haciendo banquitos para los bares, restaurantes y zonas de ocio varias.
La Támbara o Tamara, es un fruto que alimenta más a los pájaros que a los humanos.
A lo sumo, el beneficio que aporta esta fruta que no veremos en los fruteros de casa, es para la reproducción de futuras palmeras. ¡Casi nada! ya que cada vez vemos menos.
Como ven, en el caso de la Phoenix Canarienses, podemos aplicar el refranero español que alaba las virtudes del cerdo:
"Del cerdo se aprovecha hasta los andares"
En Canarias, también podríamos decir esta frase con respecto a la palmera.  Lastima que nos hayamos excedidos con el aprovechamiento de este símbolo autóctono, y que solo es visible en las cortes de la macaronesia.
Si usted tiene la suerte de encontrarse con una, no dude en fotografiarse junto a ella como si se tratara de un dinosaurio fósil, al que en algún momento de su larga vida, fue vital para la estabilidad de la existencia del hombre.


María del Mar Benítez

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