Querido maestro:
Apenas puedo escribir, ni encadenar una palabra con otra, sabiendo que mañana lo conoceré. A mis pocos años muy pocas cosas las he deseado tanto como poder estar ante usted y decirle la admiración que por su obra tengo. Llegué de Madrid, pensando qué decirle, cómo mirarle, cómo cogerle la mano, en el caso que usted me la cediera, tan absorta estaba en mis acciones futuras, que apenas pude disfrutar de la estampa granadina, de sus montes, sus campos, sus trigos , todo eso que usted ama y tan maravillosamente plasma en cualquier lienzo vulgar. Sentada en el taburetillo que hay en esta habitación de hotel, intento recordar y traer a mi memoria todos esos sentimientos que su obra ha generado en mí.Cuando conocí su obra, mi vida se convirtió en aire, sol, alegría, pasión y amor. Carecía de la mirada del que ama, del corazón del que siente, de la mano del que acaricia, de la lágrima esquiva con intención, carecía de vida. Ya, sé que mi edad, cuando mañana nos encontremos, será una sorpresa, cómo alguien tan joven, puede escribir como escribe, sin pudor, sin vergüenza. La respuesta no la tengo, solo sé que siento al leerlo. El dolor y la pasión corren por las letras de cada verso, de cada línea, como si no le importaran ser descubiertas, reconocidas, porque son eso, pasión, amor. Esperé a mi adolescencia, creyendo fervientemente que eso, que describe con fondos de caballo y guitarras, era amor, pasión, desbordamiento del alma sin apenas razón. Descubrí que el silencio puede ser lo más bello del mundo y que esconde más que la propia palabra, que lo que no se dice duele más que lo gritamos en la plaza del pueblo, que la ausencia puede ser bella y el compromiso, una mínima razón para aguantar.
Mañana, si llega, no seré capaz de articular palabra, por eso con el respaldo del papel y lo confidencial de la correspondencia, me he atrevido a decirle lo que seguramente no sé si podré. Cuando llegue ese momento me gustaría que mis manos no se queden paralizadas ante la posibilidad de estrechar las suyas, caudal e instrumento de las más intensas, tristes, pequeñas, intuitivas, sentidas, ausentes, oídas, creyentes, odiadas, amadas y sencillas palabras que nadie ha sabido ni sabrá escribir. Espero que mis ojos sepan transmitirle el estado de mi alma al tener esta oportunidad. Puede que estas líneas den una imagen un poco frívola y alocada de quien la escribe, pero sepa que solo soy una chiquilla , extasiada por una literatura que se le escapa, que un día se convertirá en una mujer que ha sentido con cada una de sus versos, de sus cancioncillas, con cada uno de sus dramas, desde el dolor mas grande, hasta la pasión más honda, ya que lo universal vive en su literatura, porque usted es literatura y yo, quiero conocer a ese hombre que hace que mi alma se encoja como un trapo recién mojado, ante la pasión de Adela , el dolor de la madre de Bodas de sangre o la valentía de Mariana Pineda.
Sienta en mis palabras la más honda admiración y respeto hacia su persona, agradeciéndole que haya apartado un poco de su tiempo, para conocerme.
Que el dios de las palabras lo siga amparando dejando que éstas nazcan y mueran en sus libros. Hasta mañana, Sr. Federico.
Fátima Melián
Fátima Melián
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