sábado, 2 de noviembre de 2013

El Color de la Vida

Fotografia  del  blog sentirmebien.com
– ¿Y de qué color es el cielo?
–Rojo –Le respondo yo.
Cada día, intentando seguir mis pasos, perdiéndome en mí; lo veo a él, ahí, sentado; sediento de respuestas para saciar sus preguntas.
– ¿De qué color es el agua? –Pregunta.
–Robert, el agua es dorada, un poco más dorada que el miedo.
– ¡Ahh…!
Robert Nació ciego, o bueno, eso es lo que le hicieron saber. ¿Y qué es ser ciego?
– ¿Cómo es el color morado?
– ¿Cómo crees qué es?  –Respondo.
–Un poco más brillante que el azul, pero un poco menos violeta que el merengue de la tía.
–Así es –Le dije, y él dibujó una gran sonrisa de satisfacción.
Aprendo a ver los detalles desde el alféizar de mis ojos como realmente son…, una ilusión. El Tiempo, mi enemigo El Tiempo; todo lo limitas, todo lo destruyes. Te quiero, te odio. Tiempo.
– ¿Qué cosas son moradas?
–Todos los animales y tu cabello –Le dije.
– ¡Ahh…! ¿Mi cabello es morado?
–Sí, un poquito más morado que el sol, casi igual que el amor –Respondo esbozando una risita.
– ¡Ahh…! Yo quiero que sea negro, negro como la luz.
Hora de seguir mi camino… ¿Cuál es mi camino? ¡Ahh sí! Mis píes. Parpadeo fuerte y vuelvo a la “realidad”.
–Adiós, Robert.
–Adiós, color.
Él sigue imaginando, viajando a ese lugar; su lugar. Allá nadie le hará daño, allá ve las cosas del color que realmente son.

                                                                                                 Perdedor soñador
* Texto presentado al II Certamen Literario El Secreter

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