Te busco al alba cuando tu nombre viene a mis labios como una bocanada de aroma a trigal e higueras nuevas.
Te recuerdo en el patio embriagado por el colo de los rosales y las azucenas.
Te añoro en el plateado brillo de la luna y siento e regusto amargo por mil batallas perdidas. Todas mis batallas.
¿Mereció la pena? ¿Mereció la pena llevarle la contraria a la vida?
Ay la vida, esa puta ajada y triste que se mostró amable por una vez cuando me permitió saberte.
Antonio Sánchez Morillo
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