Hace unos meses atrás
en la biblioteca lo vi entrar,
y con la complicidad de un buen amigo
me susurró al oído:
¡Lo que no quería escuchar!
Es un aficionado a las pelis
y un apasionado de la música,
y digo “ES” porque no se ha ido
porque no lo hemos permitido.
Está en nuestro corazón
y nunca lo abandonará
pues lo consiguió tatuar
con dosis inmensas de cariño.
Tanto su familia como amigos
lo tendremos muy presente
porque es un ejemplo a seguir
para luchar contra los inconvenientes.
Busco a ese señor risueño
que alegraba mis peores momentos,
contándome la última historia o cuento
que me enviaban a la dulce niñez.
Un contador de historias tan peculiar
que mezclaba la picardía en sus relatos
con la clase y maestría de un juglar.
Podías pasarte horas escuchándolo
que no te iba a defraudar,
tenía esos puntos de humor
que al relato lograba encumbrar.
La música era otro dulce cauce
para repartir alegría,
nos tenía enganchados a todos
con el gran repertorio de melodías.
Podías escuchar temas desde los setenta
hasta la misma actualidad,
estudiaba al público primero
y después se dejaba llevar.
Esperamos que los ángeles bailen
con tus dulces y entrañables temas,
nosotros viviremos consolados
porque no sufras más en la tierra.
¡Dulces sueños amigo!
FRANCISCO DÍAZ GONZÁLEZ
¡Nuestro Paco Espino!
MANOLO ROMERO
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