Eramos programa de radio, ahora solo somos ARTE, ESPACIO unidos a la radio, pero siempre en camino
sábado, 31 de marzo de 2012
Una imagen...
jueves, 29 de marzo de 2012
Kilometro 0...
Hace como unos 27 años, emprendí vuelo rumbo París.
Con 24 años (ya pueden sacar las cuentas) y un montón de nervios en el estomago, salí por primera vez de la isla, yo solita, con un francés más que suficiente, para lo que yo lo quería. ¡Conquistar a La Tour Eiffel!
Qué decepción me llevé, cuando me coloco bajo sus faldas y mirando con desilusión aquella masa de hierro, que sigue siendo solo eso, una masa de hierro. Afortunadamente, no todo fue desencanto.
Y de eso les hablo hoy, del descubrimiento simpático y agraciado de los restaurantes franceses.
“Au chien qui fume” es un restaurante de los que cultivan el encanto.
Todavía no he explicado, qué hacía yo aprendiendo la lengua de los gabachos.
Con 24 años, ya rozas el límite de edad para poder trabajar de “fille ouper”. Con esa excusa la de trabajar cuidando niños, viajar, ver mundo, conocerlo, aprender otra lengua y convivir con gentes de otras culturas, para mí es sin duda, la mejor de las experiencia para balbucear una lengua, que no es la materna.
La familia con la que yo, no solo trabajaba si no que también compartía casa, mesa y mantel, habían organizado un fin de semana en una casa familiar, a las afueras de Versalles.
No estoy segura del nombre exacto, del bosque donde pasaríamos las mini vacaciones. Algo así como San Cristof, San Alejandro o San Joseph. Sé que era un santo, pero no recuerdo su jurisdicción.
Lo que si recuerdo es que la casona ¡era de película! Con sus armaduras y pasadizos secretos. Camas altas y cubiertas con colchas de terciopelo rojo. Cuadros donde figuraban personajes a cual más feo y amorfo. Ya les digo, una ¡pasada de refugio del siglo…! No sé cuantito. Se veía que años tenía unos cuantos.
Devuelta el domingo a San Cloud (vivíamos a las afueras de París) Hicimos una parada para almorzar, en el mismo corazón de Versailles.
Yo estaba encantada, solo faltaba que me salieran Los Tres Mosqueteros por cualquiera de los rincones de tan atractivo lugar.
-“El perro que fuma” María, este restaurante se llama “El perro que fuma” y ya veras por qué-
La mamá de los niños a los que yo cuidaba, me advertía de que algo muy curioso iba a ocurrir delante de mis narices.
Véronique Gouda (que así se llamaba la señora de la casa) además de guapa y lista, tenía un gusto exquisito a la hora de elegir los restaurantes.
Véronique trabajaba en el Museo de Artes Decorativas de Paris, ¡y hay que ver! que buen ojo tenía para saber si un cuadro era bueno o malo.
Nos sentamos cerca de un ventanal que daba a la calle. No había clientes y el ambiente era muy agradable.
En lo que nos traían el almuerzo, yo me levante y recorrí de forma circular el restaurante. Todas sus paredes estaban llenas de retratos de personajes populares. No necesariamente tenían que ser franceses, también habían muchos personajes políticos del extranjero.
Lo curioso del caso, es que las caras de estas gentes, no eran humanas, sencillamente eran personajes famosos con hocicos de perros.
¡Un cosa maravillosa! El hocicar que se me quedó grabado en la memoria, fue el retrato canino de Mijail Gorbachof.
“Au chien qui fume” se instalo en Paris, en el año 1780. El de Versalles, fue fundado en 1839. Yo pensaba que solo había uno, pero después de tantos años descubro que no, que hay unos cuantos repartidos por todo el país.
No pierdo la esperanza, de volver a visitar tan bonito lugar. Hasta podría pedir los mismos calamares que tanta risa generó en aquella familia, llena de notas culturales.
Aquel almuerzo, el fin de semana, y la belleza del campo francés, convirtieron mi estancia en tan refinado país, muy a pesar de ellos, en una experiencia, inolvidable.
Mar Benítez
miércoles, 28 de marzo de 2012
El cielo como lienzo
Esta semana en El Secreter hemos tenido la gran fortuna de conocer y recrearnos en una de las artes mas colorista y efímera del mundo: La Pirotecnia.
De la mano del gerente de Pirotecnia San Miguel , Antonio Padilla, hemos descubierto que tras nuestros voladores de siempre, hay tradición, voluntariedad, creatividad y ,sobre todo, amor y pasión a un oficio que pocas veces se dignifica. El viaje a través de la pólvora, de los colores, de los encargos raros y emotivos, de la historia de Ramoncito Martel , fundador de Pirotecnia San Miguel, fue único e irrepetible. Sentimos que no podamos compartir con todos nuestros secreteros/as , el programa de ayer, ya que por motivos ajenos a El Secreter, ha sido imposible rescatarlo. Así que pedimos disculpas no solo a nuestros secreteros , si no también a Pirotecnia San Miguel el no poder colgar el programa en este blog y dar a conocer el arte del fuego, la magia del ruido.
Damos las gracias a Pirotecnia San Miguel , por transmitir a través de D. Antonio Padilla, el amor, y la dedicación de una familia al sueño de un hombre que ha contagiado la belleza y la ilusión a muchas generaciones de canarios.
Muchas gracias por la magia.
Les dejamos una de sus obras, un Piromusical, realizado en las pasadas fiestas del Pilar 2011, en Guanarteme, se sorprenderán, porque la música la reconoceran enseguida. Disfruten!
martes, 27 de marzo de 2012
Envuelta la caja en un delicado y fino papel (decorada tan solo con un elemento externo, una mini etiqueta donde se puede leer “felicidades”) Llega hasta sus manos, una ofrenda imprevista.
La gota de nata se soldó a la campanilla y… ¡OH! ¡Sorpresa! el bombón no era exclusivamente de un sabor, tenía obsequio en su corazón.
lunes, 26 de marzo de 2012
sábado, 24 de marzo de 2012
Claude
viernes, 23 de marzo de 2012
Mi tierra hecha voz
Con los platos abiertos
jueves, 22 de marzo de 2012
Que mona va siemrpe esta chica....
miércoles, 21 de marzo de 2012
Suspira letras
Deseamos que disfruten de sus palabras y de su buen humor, como nosotras hemos disfrutado de su compañía. Así mismo, hemos conocido la música de Mamen García, una gran artista que nos sorprende con su voz y su música.
Disfruten de El Secreter, les dejamos con el audio del programa y una selección de algunas de las obras de nuestro invitado: Juan Carlos de Sancho.
Ir a descargar
martes, 20 de marzo de 2012
Feliz Día del Padre
Le damos la bienvenida a El Secretrer a Manuel Romero Estupiñan.
QUERIDO Y VIEJO AMIGO
Nunca voy a olvidar
el triste verano del año 2010
cuando tuviste que partir,
abatido y muy cansado.
Como balas punzantes
llegan a mi cabeza
los reproches del ayer.
¡Juzgaba y no valoraba!
Nunca puse en una balanza
por un lado las cosas buenas
y por el otro, las que yo consideraba malas.
¡Maldita hipocresía!
¡Maldita ignorancia!
Él trabajaba de sol a sol
por ofrecernos un mundo mejor.
Yo sé con seguridad,
que si fuese por ti,
jamás te hubieses marchado
porque tenías más miedo
a dejarnos solos,
que a partir al otro lado.
Tu afán de protección
era, a veces, excesivo,
ahora nos damos cuenta,
que era solamente por cariño.
Eras un hombre familiar y luchador,
que apenas necesitaba descansar
pues te sentías feliz trabajando
para podernos ofrecer,
un excelente bienestar.
Por tus padres trabajaste,
¡Nunca te quejaste!
Por tus hermanos trabajaste,
¡Nunca te quejaste!
Por tu esposa e hijos trabajaste,
¡Y tampoco te quejaste!
Con tus vecinos colaboraste
¡No te quejaste!
Acompañabas a todos los fallecidos
ya fuese en el entierro o en el funeral,
y si no tenías mucho trabajo pendiente,
asistías a ambos tan sonriente,
pues sabías que los familiares
te lo agradecerían eternamente.
Muchos preguntaban la receta
de los famosos calamares,
nadie sabía que el único secreto
era prepararlos con cariño, a raudales.
Ese sentido del humor,
que tenías en cada instante,
era una copita de más
que se servía al cliente respetable,
deseando escuchar otra historia
diferente, y siempre desternillante.
Felicidades a todos los padres pero, sobre todo, a los ausentes.
Manolo Romero. Un hijo agradecido.
lunes, 19 de marzo de 2012
Lo de esta chica, no es normal...
sábado, 17 de marzo de 2012
Gente que hace cosas...
“El camaleón era un animal triste, cenizo”… La mezquindad de las personas.
A través de Doña miseria ó tía miseria, Caridad nos habla de la infelicidad del planeta. Del que ni mira, ni ayuda. Del quitate tú pa ponerme yo. Del dolor humano y sus consecuencias.
Al pan pan
La Diputación de Valladolid, dentro de su política turístico-cultural, se ha planteado la creación de un museo dedicado al pan, con un doble objetivo, por un lado que la gente de la zona pueda conocer mejor este alimento en todos sus aspectos, que son muchos y muy variados, determinante del paisaje, generador de riqueza y cultura, elemento básico en nuestra dieta diaria, etc. y por otro dar a conocer el pan de Valladolid fuera de la provincia. Con la ubicación del Museo del pan en la Iglesia de San Juan en la localidad de Mayorga de Campos, la institución pretende potenciar y dinamizar la comarca de la Tierra de Campos, como un elemento más, potencialmente generador de turismo y cultura. El Museo del Pan es un proyecto didáctico donde el visitante podrá contemplar no solamente la historia del producto origen del mismo, sino que contenga una parte práctica donde la participación de los visitantes sea tal, que se encuentren durante su visita en el recogimiento absoluto de lo que es la esencia del Museo.
Cuadernos de Hiroshima de Kenzaburo Oé
viernes, 16 de marzo de 2012
El pescador y el piano de las siete rosas
…El abuelo del abuelo del abuelo de su abuelo, le contó a su padre la historia que hoy voy a contar… Quiero decir que es de hace muchísimo tiempo.
Decía mi abuelo que en un lugar muy, muy lejano, vivía un joven pescador. Lo que más amaba en el mundo era su barco “Margareth” y su trabajo, claro, salir a pescar todos los días. Estar solo con la mar. Hablando con ella, respirando con ella. Sintiendo como la sal le engullía por dentro.
Por desgracia, un mal día, una enorme tormenta zarandeó a Margareth de un lado a otro hasta hundirla en lo más profundo del océano.
Llegó la tarde, le siguió la noche y al rocío de la madrugada todos en la bahía se preguntaban donde estaría el joven pescador. Sin esperanzas le daban por muerto.
Muy mal herido apareció tres días después, semidesnudo y sin saber muy bien que había pasado. Se había salvado de milagro. Solo preguntaba por su barco entre temblores y escalofríos.
- ¿Dónde está mi barco? ¿Dónde está mi barco?
Nadie sabía que responderle, todos conocían el amor que sentía por su viejo cascarón y la desgracia que suponía para él perderlo para siempre.
Estuvo seis días con sus seis noches sin hablar con nadie, casi no comía, las pesadillas le mantenían despierto. Tan solo el doctor tenía su permiso para visitarle.
Pero al séptimo día, sentado en el muelle y mirando a la mar que de un bocado le había arrebatado el alma, ésta empezaba a devolvérsela a trocitos. Una madera por aquí, el pedazo de su timón por allá, una cuaderna, un trozo irreconocible de la popa. Todo, pero a trozos muy maltrechos. Sin embargo para él seguía siendo su barco.
Recogió todos y cada uno de los pedacitos que la mar le devolvía. Los guardaba en el salón de casa. Llorando todas las noches y todos los días delante de aquel montón de madera astillada y húmeda.
Había cambiado de profesión y se dedicaba a ayudar a Jorge, el carpintero de la bahía. Así fue como después de un día agotador decidió hacer una mesa con los restos de Margareth. Se puso a trabajar en ello, tallaba y tallaba. Lo hizo durante cientos de noches. En la bahía comentaban que se había vuelto loco. Se pasaba las horas encerrado dando forma a cada centímetro de madera que tocaban sus manos. A los siete años hubo terminado y sacó su obra a la calle.
¡Un piano!
Un Piano reluciente, hermoso. Nadie en el lugar había visto nunca nada igual. De sus patas sobresalían dos rosas esculpidas con un detalle asombroso. Incluso las espinas pinchaban como las de las rosas de verdad. Otras dos rosas lucían también en la tapa idénticas a las que se dibujaban en la banqueta.
Él juraba y juraba, aunque nunca la enseñó a nadie, que en el interior del piano existía una séptima rosa. Presumiendo que su piano tenía una rosa tatuada en el alma.
Todos quedaron asombrados ante tal maravilla.
Hasta que el tabernero del puerto preguntó. (En todas partes cuecen habas)
-¿Para qué quieres un piano si aquí nadie sabe tocarlo? ¡Mírate! Has estado siete
años fabricando ese trasto. Hasta has envejecido, tu pelo es blanco, tu rostro triste y sin color. Tus manos tiemblan. ¿Para qué quieres un piano?
Rieron a carcajada limpia.
Mientras se mofaban del joven pescador, este se acercó al piano. El tabernero tenía razón. Pero sabía que no era un instrumento cualquiera. Sin preocuparle las risas y las burlas se sentó en el taburete. Abrió la tapa y el piano le sopló en la cara moviendo su flequillo blanquecino.
La brisa del mar asomaba desde el interior dejando el recuerdo de Margareth en el ambiente. Un instante inolvidable.
No pudo evitar que la sonrisa se dibujara en su rostro. Deslizó sus dedos suavemente en las teclas y comenzó a tocar de manera casi imperceptible. Sus vecinos y amigos callaron de inmediato. La música empezó a inundar la bahía. A cada nota le seguía otra. Melodías dulzonas sujetas a la fina cuerda de la nostalgia, como una cometa infantil mecida por el viento. El pescador sin percatarse de su nueva profesión disfrutaba de la creación a parpados cerrados.
No solo sabía tocar el piano sino que no podía dejar de hacerlo. Se sentía cerca de su piano, uno solo. Sus ojos se llenaron de lágrimas que no tardaron en salir. No estaba tocando el piano, era Margareth, él lo sabía y estaba hablando con ella. Estaba hablando con su barco.
Dicen que no paró de tocar el piano hasta el día que murió. Dio conciertos por todo el mundo. Le llamaban “El pescador y el piano de las siete rosas”. ¿Qué siente cuando toca el piano?- le preguntaron una vez y el contestó después de un largo silencio- …Es como navegar.
La historia no termina aquí. El último día que el Pescador y Margareth estuvieron juntos fue en el salón de la música de un vapor de pasajeros. Solo, después de la función, una niña de diez años bajó la escalera al salón, más guiada por la curiosidad infantil que por necesidad. Le había escuchado tocar y al ver el instrumento quedó prendada de las rosas que sobresalían del piano. Mientras el pescador tocaba, la niña acariciaba el piano de parte a parte.
El anciano dejó de tocarlo.
Miró a Hanny.- ¿Quieres tocar?
La niña abrió los ojos y sonrió
-No se tocar.- Dijo avergonzada.
-No hace falta. Margareth es un piano mágico.- susurró con la mano delante de los labios para que nadie les oyera - yo tampoco se tocar.
La niña miró las teclas con curiosidad.
-Si tocas las teclas sale música, no hace falta saber tocarlo.
El pescador le hizo una pequeña demostración. Hanny curiosa tocó una tecla con un dedo. Y la nota encajó perfectamente en la melodía, la nota perfecta en el instante justo.
-Lo ves. Siéntate.- Le dejó sitio y la incorporó a su lado.
La pequeña casi sin querer comenzó a tocar a dúo. Era maravilloso. Un juego simplemente maravilloso. El piano la guiaba en cada nota, en cada susurro.
El pescador dejó de tocar, dejándose llevar por la música que salía de los dedos de Hanny. Un milagro. Un pequeño milagro. No pudo evitar llorar como un niño, como el día que perdió a Margareth en el naufragio. Las lágrimas caían en las teclas. Ya no tenia fuerzas y lo sabía, debía despedirse de Margareth y ese era el mejor regalo que podía hacerle. Sin duda Hanna sabría hablar con ella.
Sin saber como, Hanny se encontró sola delante del piano. Y dicen que no paró de tocarlo nunca. Empezaron a salirle conciertos por todo el mundo. “La niña milagro” la llamaron. Hasta el último día donde simplemente desapareció.
En su lugar y tocando el piano a la perfección Hans, un niño de unos diez años. Y así, el piano de las siete rosas ha recorrido los mejores auditorios de la música acariciado por los mejores pianistas de la historia. Pianistas que solo una vez en su vida reconocían que no sabían tocar el piano. Siempre justo en el momento de la despedida.
Hoy día el piano existe. Los que lo han podido disfrutar de él dicen que es mágico. Y que se puede escuchar el sonido del mar mientras la melodía sale de sus entrañas. Ya no pisa los grandes salones. Pero sus notas nacen de la séptima rosa como el primer día.
Margareth se ha convertido en la octava maravilla del mundo y muchos la han buscado para gozar de su música y convertirse en leyenda.
Si alguien algún día te invita a tocar el piano, hazlo, aunque no sepas.
Marcos Machín Huguet
En el lugar de cualquier otro
jueves, 15 de marzo de 2012
Regalando arte
La veterana galerista Juana de Aizpuru ha donado un conjunto de obras creadas por pintores y artistas andaluces de las décadas de los años 60 y 70 para que se exhiban en el Centro Andaluz de Arte Contemporáneo (CAAC) de Sevilla. El lote, todavía sin cuantificar, ya se ha entregado, pero probablemente aumente en los próximos días.
Aizpuru considera que estas piezas, “de valor incalculable”, “pertenecen a la historia del arte contemporáneo sevillano” y que “su sitio” está en esta ciudad. Entre ellas hay obras de Juan Suárez, José Ramón Sierra, Gerardo Delgado, unos “muy jovencitos” Juan Manuel Bonet y Francisco Rivas, o Federico Guzmán, entre otros.
Según Aizpuru, se trata de obras de valor “referencial” que serían “imposibles de vender”. “Para tenerlas guardadas y que no las viera nadie, mejor que estén en el CAAC”, explica. Con su entrega al museo con sede en el Monasterio de la Cartuja la galerista quiere apoyar al centro en unos momentos en los que su presupuesto para obras se ha reducido y dotar de “mayor coherencia” a la colección de la que ya dispone.
miércoles, 14 de marzo de 2012
Sin aire
Si. Pensar. Emoción, sentimiento, pensamiento. No es una fotografía cualquiera, como nosotros no seremos los mismos , tras disfrutar de ella.
Blancos y negros potentes. Colores reveladores. Verdades sin disfraz, sin máscara, sin filtro. Fotografía de la buena, de la que duele.
Les dejamos con la obra de Sara Yun, así como la web donde pueden disfrutar de su trabajo. No la perdamos de vista. Es una realidad.
http://www.sarayun.com/#!