Una vez más, me volví a convertir en el bicho raro del grupo, por no haber leído nada de Isabel Allende. No entendí el alboroto, no sabía cuál era el pecado. Ahora que he leído “El plan infinito” se que “mea culpa”
Como buena novela latinoamericana, los personajes le crecían a la novela a medida que las hojas pasaban.
Mi primer estímulo fue tirar la toalla.
-No puedo con este libro. No lo entiendo.
Lo dejé reposar un par de días sobre la mesa de noche y volvía a por él.
Ser la única que no haya leído a la Allende, no me convertía precisamente en la chica más popular del barrio.
Efectivamente, en el segundo intento, la cosa fue mucho mejor. Agarré el hilo de la cometa y no lo solté hasta el final del libro.
Empecé fácilmente a encajar a cada personaje con su historia. Cada momento vivido con el lugar adecuado. Ya no me resultó tan complicado seguir la vida de Gregory y Judy Reeves, Charles Reeves, Nora, Olga, Carmen Morales y familia, Cyrus, Samantha, Shanon, Timothy Duane, Margaret, David, Leo Galupi, Dai, y otro buen puñado de personajes, que se agarran a la historia de un hombre que, finalmente, creó su plan infinito.
Anoche, cuando terminé con desespero por saber como demonios terminaba la vida de Grec, grité sin miramientos a los vecinos…
¡BRAVO !! ¡BRAVO POR ISABEL!!
Que delicia de lectura, que buen hacer con las letras y que falta de imaginación la mía, a la hora de escribir.
Sin duda esta novela, es un buen plan.
María del Mar Benítez
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